El ajedrez es un juego de mesa apasionante que requiere de mucha concentración mental. Para vencer, hay que atacar defendiendo y defender atacando.
De hecho, la primera partida jugada en Europa tuvo lugar en la Córdoba de los Califas y hasta el propio rey Alfonso X El Sabio dejó escrito varios tratados sobre dicho juego. En un principio, las piezas más débiles eran la reina y los peones hasta que en una posterior modificación se dotó a la reina de una mayor movilización convirtiéndola en la pieza más importante y peligrosa.
Dicha modificación no significaba una premonición del poder que pudieran alcanzar las mujeres en la sociedad y, por fortuna, no se equivocaron; por el ajedrez o no, la mujer ha brillado con luz propia en los campos de la ciencia, el arte, la literatura y en la política.
De hecho, la primera partida jugada en Europa tuvo lugar en la Córdoba de los Califas y hasta el propio rey Alfonso X El Sabio dejó escrito varios tratados sobre dicho juego. En un principio, las piezas más débiles eran la reina y los peones hasta que en una posterior modificación se dotó a la reina de una mayor movilización convirtiéndola en la pieza más importante y peligrosa.
Dicha modificación no significaba una premonición del poder que pudieran alcanzar las mujeres en la sociedad y, por fortuna, no se equivocaron; por el ajedrez o no, la mujer ha brillado con luz propia en los campos de la ciencia, el arte, la literatura y en la política.
Incluso en la historia de las guerras se les reconoce su valor. Cómo no mencionar a las anónimas heroínas aguantando estoicamente la crueldad de las guerras que organizan los hombres.
A pesar de las experiencias vividas, todavía existen cobardes que se resisten a reconocer el verdadero papel femenino en la actual sociedad del siglo XXI.
Doblemente cobardes: por no ser capaces de resolver con inteligencia un problema familiar y por abusar de su fuerza física.
Antes, decían: "La maté porque era mía". Y ahora: "La maté porque se puso a mi altura intelectual y yo soy muy macho". Cobarde, machista o complejo de inferioridad, el caso que el pasado año murieron 70 mujeres a mano de sus parejas.
En el ajedrez, el jugador torpe, ansioso de vencer, se precipita en dar jaque a la reina sin mediar las consecuencias del lance y pierde la partida; en el tablero real, el cobarde maltratador, creyéndose más sabio y poderoso, pretende dar jaque a su reina y pierde la partida rumiando en la cárcel su error.
Para las mujeres no ha resultado fácil iniciarse en el mundo de la competición ajedrecística. En el siglo XVIII hombres y mujeres solteros jugaban al ajedrez como preámbulo del juego amoroso, para intentar mantener una relación romántica.
Pero cuando en el siglo XIX el ajedrez se puso de moda en los cafés y clubs la jugadora femenina desaparece radicalmente de la escena y a menudo no se les permite siquiera estar presentes. Se les excluye de partidas y torneos y aunque no participa oficialmente se reconoce en aquella época el excelente juego deAmalie Paulsen(1831-1869), hermana de Louis y de Wildfried Paulsen.
El primer torneo femenino se juega en Londres para celebrar el jubileo de la reina Victoria de Inglaterra y evidentemente no estuvo exento de críticas. Más tarde, en el siglo XX, Vera Menchik se enfrentó a las normas de la sociedad de principios de siglo participando en torneos de ajedrez para hombres. La sociedad de la época la miraba con desdén, además debió enfrentarse a la dura oposición de algunos hombres que se sintieron heridos en su orgullo por verse derrotados ante una mujer.
Menchik nació y se crió en Moscú donde aprendió a jugar al ajedrez, en 1921 se trasladó a Inglaterra con su familia. En Hastings, ciudad a la que se trasladó, se celebra un torneo anual de ajedrez. Se afilió al club de ajedrez de la ciudad y se hizo discípula de Geza Maroczy. Decidió competir exclusivamente en campeonatos reservados para hormbres y en campeonatos del mundo femeninos, ganando la mitad de las competiciones con solamente 22 años. Aunque sus resultados no siempre fueron brillantes gano a ajedrecistas de la talla de Max Euwe, Jacques Mieses, Lajos Steiner, Frederick Yates, Edgar Colle, Fritz Sämisch y George Thomas entre otros muchos.
Las tres hermanas Polgar, nacidas en Budapest en el siglo XX, son excepcionales jugadoras. Judit y Susan se convierten en Grandes Maestras y Sofía ha conseguido el título de Maestra Nacional. Nunca fueron al colegio, fueron educadas en casa porque sus padres eran pedagogos y desde pequeñas las llevaron a jugar torneos para hombres.
Hoy en día hay mujeres de todo el mundo que intentan abrirse camino en el mundo del ajedrez pero creo que no les resulta fácil. Desgraciadamente existen campeonatos como el World Chess Beauty Contest un concurso para mujeres ajedrecistas en el que, registrándose cualquier persona en su web tiene derecho a votar por una ajedrecista y no precisamente compiten en un tablero, se trata de votar a la más guapa. Creo que convierten el ajedrez y la inteligencia femenina en una burla.
La segunda edición del Torneo Internacional Femenino de Ajedrez, recientemente celebrado en Bakú, fue un gran éxito y los patrocinadores y organizadores se han quedado tan contentos que han prometido repetir la buena experiencia en un futuro.
Siempre se ha dicho que los hombres son mejores que las mujeres ajedrecísticamente hablando, pero eso no es del todo cierto. Hay hechos que demuestran que esa “leyenda urbana” es verdad, como que en el Top 100 de los jugadores de ajedrez solamente hay unas 2 o 3 mujeres, o que en el Top 500 de jugadores españoles no haya ninguna sola mujer, pero de lo que estoy seguro es de que tanto los hombres como las mujeres tienen las mismas habilidades de análisis y cálculo de posiciones. En el ajedrez como en la vida, hay muchas excepciones.
Un debate muy común en ambientes ajedrecísticos trata sobre la figura femenina en nuestro deporte.
Surgen varias interrogantes: ¿Por qué no ha habido ninguna mujer campeona del mundo? ¿Por qué solamente Judith Polgar ha conseguido entrar en el selecto grupo de la superélite? ¿El hecho de que existan premios y categorías femeninas en nuestros campeonatos es machista? ¿Sería machista precisamente retirar esas categorías? ¿Qué diferencias hay entre la mente de un hombre y la de una mujer?
Para responder las interrogantes hay que partir de las dificultades que tiene la mujer para dedicarse a determinados trabajos, bien por el rechazo de la sociedad o bien por la educación que se nos imparte desde niños. El ajedrez es un claro ejemplo, siempre es una posibilidad que se ofrece al niño, pero raras veces a las niñas.
A nivel profesional hay que tener en cuenta que el número de jugadoras federadas es hoy en día mucho menor que el de hombres -1 mujer cada 100 hombres-. Así es difícil pensar que puedan competir al mismo nivel que un hombre. A pesar de todo nos encontramos con un buen número de jugadoras que lo hacen: las hermanas Polgar, Xie Jun, Koneru... Hay que tener un poco de paciencia y el problema se irá haciendo cada vez más pequeño. Pero se debe empezar por la base, que a una niña se den las mismas posibilidades que a un niño y no se le imparta una educación tan pasiva.
Este problema se viene arrastrando desde que se creó el ajedrez, hace sólo unas décadas este era un juego exclusivo de hombres. No podemos pretender que con estos antecedentes se pueda competir en igualdad de condiciones.
TORNEOS
Aquí se pueden ver Torneos donde las mujeres obtuvieron grandes resultados frente a los mejores jugadores masculinos. No son muchos, pero lo normal es que las mujeres solo jugasen Torneos femeninos y solo las más atrevidas se decidieron y demostraron que pueden competir con garantías ante el sexo opuesto. La primera victoria en un torneo internacional llegó en el año 1977, la logró Nona Gaprindashvili en el open de Lone Pine (Estados Unidos). | ||||||||||||||||||||||||||||||||||
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